Inundaciones en la ciudadd e Pamplona |
El CEDEX (organismo dependiente de los Ministerios de
Fomento y de Transición Ecológica) estima una reducción de la escorrentía en la
Cuenca del Ebro del 27% para 2100.
Son más precisos los datos que aporta el proyecto LIFE
MEDACC desarrollado por la Oficina Catalana del CanviClimatic. Los estudios que
han realizado en el río Segre (un río con un comportamiento parecido al de
nuestros ríos pirenaicos) demuestran que el cambio climático ya está aquí. En los últimos 50 años los caudales de
cabecera se han reducido en un 16,2% (un 42% en verano). Las causas son en
primer lugar las menores precipitaciones, pero también una mayor
evotranspiración y menor escorrentía por el abandono de los prados de montaña y
una menor gestión forestal.
En el mismo periodo de tiempo, los consumos para regadío del
Canal de Urgell han aumentado a casi el doble. Las razones son una mayor
intensificación de los cultivos de regadío y la mayor evotranspiración por las
altas temperaturas estivales. Ello ha motivamos que, en los tramos medios del río,
el descenso de caudal en el último medio siglo sea cercano al 50%.
En cuanto a las previsiones futuras señalan que para el año
2029, el embalse de RIALP, que alimenta al canal SegarraGarrigues
(contemporáneo del Canal de Navarra), podría llegar a secarse en plena
temporada de riego. Señalan también que las tecnologías para aumentar la
eficiencia de riego y establecer cultivos de menor consumo siendo importantes,
son insuficientes. Para evitar conflictos futuros, proponen revisar las
concesiones de los nuevos regadíos. (Para más información ver el magnífico
artículo del director del proyecto MEDACC, Gabriel Borrás “Canviclimatic y canvi global a la conca del Segre”).
Los regadíos en Navarra suponen más del 80% del consumo de
agua. Decir cambio climático es decir menos disponibilidad de agua, y lo lógico
sería aplicar el principio de precaución antes de promover nuevas superficies
de riego. Pero, por el contrario, hay una especie denegacionismo hidraúlico,
que no quiere reconocer la disminución de caudales y sigue apostando por unas
políticas de regadío suicidas con demandas insostenibles. Veamos algunos
ejemplos:
Un estudio de la Junta de Castilla y León propone, como
“acciones y medidas contra el cambio climático”, construir nuevos embalses en
la cuenca del Duero (2.000 nuevos Hm3) y un “desarrollo competitivo del
regadío” con miles de nuevas has.
El Gobierno de Murcia, pocas semanas después de que informes
oficiales señalan a los regadíos industriales como los culpables de la muerte
del Mar Menor, ha presentado una ponencia en la COP25 de Madrid afirmando que
el trasvase Tajo Segura y la agricultura murciana frenan el cambio climático
por su contribución a la retención de carbono, ignorando los consumos
energéticos de la maquinaria y de los fertilizantes.
El Gobierno central propone un trasvase del exprimido Tajo a
las Tablas de Daimiel, en lugar de actuar contra los regadíos y los pozos
ilegales que las han desecado. El Plan Hidrológico del Ebro todavía contempla
400.000 nuevas has de regadío, parte de ellas en Navarra.
Al menos en Navarra la Hoja de Ruta del Cambio Climático
(HCCN-KLINA) dice que se tendrá en cuenta el cambio climático a la hora de
definir la superficie de regadío de la segunda fase del Canal de Navarra. Habrá
que verlo, porque sigue habiendo muchas voces que reclaman las 21.500 has de la
segunda fase y que quieren resucitar viejos proyectos de embalses y regadíos.
La primera pregunta
que hay que hacerse es si va a haber suficiente agua. Veamos algunos datos
del río Irati, del embalse de Itoiz y del Canal De Navarra. Los volúmenes
asignados del embalse son 340 hm3 para el riego de 53.125 ha (incluida segunda
fase), 60 hm3 para abastecimiento y 60 hm3 para caudal ambiental, un total de
460 hm3/año. El problema radica en que muchos años las aportaciones que llegan
a Itoiz son inferiores a las demandas previstas. No nos inventamos nada, según
los datos de la Confederación, en los 10 años entre 1990 y 2000, sólo en tres
ocasiones las aportaciones superaron a las futuras demandas. Con las previsiones
de mayores reducciones de caudales, poner en riego 24.000 ha en la segunda fase
es una bomba de relojería.
Río corriendo |
La segunda pregunta
es si se justifican social, ambiental y económicamente los nuevos regadíos.
Veamos otro ejemplo, esta vez en el río Ega. En el programa electoral de una
fuerza política aparece de nuevo el embalse de Rio Mayor. Este embalse situado
a la altura de Allo se llenaría con aguas de invierno del Ega y se destinaría a
poner en riego (mediante elevación) 7.000 has del piedemonte sur de Montejurra.
En su día el proyecto fue rechazado por numerosos agricultores que se negaban a
perder un secano relativamente húmedo con cereal, olivar y viña, para
sustituirlo por parcelas de regadío con un mínimo de 5 has, que destrozaría un
modelo secular de cultivo sostenible de secano, concentraría la propiedad y
además pondría en peligro la salud del río.
Mucha gente identifica el regadío con el progreso social y
así ha sido cuando la mayoría de la población vivía del campo. Hoy, en las
zonas de regadío intensivo, las explotaciones familiares están en franco
retroceso y lo que aumenta son las explotaciones con perfil
empresario-industrial (incluyendo algunas cooperativas) con empleados y sin
agricultores.
Además, están contaminando de nitratos los acuíferos y los
ríos. Como muestra basta ver el Plan del Ciclo Urbano del Agua, recientemente
aprobado, que justifica llevar agua de boca del Canal de Navarra y de los
acuíferos de Lokiz a la Zona Media y a la Ribera, porque los pozos de los
acuíferos aluviales, de los que se abastecen, están contaminados por la
actividad agraria intensiva.
La adaptación al cambio climático obliga a abandonar los
proyectos de nuevos regadíos, que hasta la fecha se han tragado, no sólo el
agua, sino también la mayor parte de los recursos públicos para la agricultura
y la ganadería. Las subvenciones públicas y la reforma de la PAC pueden ser
excelentes herramientas para cambiar de rumbo y fomentar una agricultura y
ganadería más sostenibles y adaptadas al cambio climático: mejorar los actuales
regadíos para que consuman y contaminen menos, pero también muy importante,
promover las explotaciones familiares, la ganadería extensiva, la agricultura
ecológica, los regadíos tradicionales y la agricultura de
secano. A ver qué buenas nuevas nos trae el prometido Plan de Regadíos y ¿por
qué notambién un Plan del secano y de la ganadería extensiva?
En dos próximos artículos abordaremos los embalses y los
caudales ambientales. Intentaremos dar argumentos para demostrar que, en
materia de agua, las mejores medidas de adaptación al cambio climáticos son,
además de disminuir las demandas, mantener y recuperar el buen estado de
nuestros ríos y acuíferos.
URBIZI (Red
en defensa de los ríos)
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