No
pretendemos aquí incidir en los aspectos científicos y técnicos que ya han sido
expuestos en sucesivos artículos, cartas de opinión, informes y expedientes
administrativos relacionados con diferentes casos, entre ellos el de Santa
Engracia.
Difícilmente
encontraremos hoy un solo texto científicodefendiendo la pervivencia de
barreras artificiales en desuso al libre discurrir del agua y de los ríos. A
eso debemos añadir que las técnicas y técnicos especialistas en la materia,
también lasde nuestra propia administración foral, han sido taxativas cada vez
que se les ha consultado. La última vez, precisamente, informando negativamente
sobre la reconstrucción de la presa de Santa Engracia.
Presas, Historia
y Patrimonio Material
Los
argumentos históricos y patrimoniales en defensa del mantenimiento de las
presas en desuso tienden a considerar como valores a preservar, por encima de
cualquier otra consideración, la antigüedad de la construcción,el ingenio de
nuestros antepasados e incluso la belleza de dichas obras.
No cabe duda
de que el agua embalsada por las presas y en parte canalizada posibilitó desde
muy antiguo la molienda de grano para la alimentación, el riego, la generación
de energía eléctrica y otros usos industriales dependiendo de la época y el
lugar. Así, hay quien considera que su conservacióníntegra es el mejorreconocimiento
a su valor patrimonial.
Sin embargo,
esa postura ignora, consciente o inconscientemente, no solo la afección que
cada una de esas presas tiene para el río y sus habitantes, sino que,
históricamente, las presas se han ido construyendo una detrás de otra sin que
la falta de uso llevase a derruir ninguna de ellas, con lo que los obstáculos
se han acumulado multiplicando la afección con el paso del tiempo.
El valor
histórico y patrimonial de una obra humana que sabemos a ciencia cierta genera
un impacto ambiental de estas proporciones debe ser cuestionado en profundidad.
Quizás haya casos en los que dicho valor sea de una enjundia tal que merezca la
pena conservar una pequeña parte de la obra allí donde menos afecte al
discurrir del agua y más pueda visualizarse por las personas, con el
tratamiento comunicativo y la señalética correspondiente; pero tratar de
mantener la integridad de la obra significa que con esa línea argumentallas
primeras carreteras merecerán en su día un tratamiento similar; algo que,
seguramente, se nos antoja menos atractivo, pero que responderá al mismo
criterio de conservación de una afección al medio natural por su supuesto valor
histórico y/o patrimonial.
Cada caso
merecerá su correspondiente análisis, pero hemos de tener siempre en
consideración que con los azudes y presas estamos poniendo en competencia un
discutiblepatrimonio histórico y material con un entorno natural que,
dependiendo de su ubicación, tendrá un mayor o menor,pero indiscutible valor
ambiental.
Presas de Pamplona y sus afecciones... |
Presas y
Patrimonio Inmaterial
Quien
suscribe es muy conscientede la importancia que tienen los espacios generados
por las presas para las vecinas y vecinos ribereños. Cualquier caída de agua
genera en el ser humano sensación de placer y el agua embalsada en la parte
superior o inferior de las presas se convierte en verano en lugar lúdico ideal,
en zona de disfrute. Las presas cercanas a las poblaciones son sinónimo de
vacaciones, de juego, de risas; son el lugar en el que aprendimos a nadar,
donde nos refrescamos y donde compartimos espacio y tiempo con la familia, con
las amigas y vecinas.
Hay presasque,
junto con su entorno, han adquirido carácter de lugar identitario. Se han
llegado a convertir en la foto por antonomasia de la localidad. El lugar más
visitado por los foráneos. Icono del municipio.
Quienes
hemos vivido esas sensaciones en torno a las presas somos conscientes de la
importancia que tienen en nuestro imaginario.
Sin embargo,
mientras disfrutábamos del agua en la poza de la presa o destrozábamos el
bañador al hacer resbalar nuestro culo por su puerto, nunca fuimos conscientes
de hasta qué punto aquello condicionaba la vida del río y sus habitantes; la
vida de los peces, de animales y plantas que precisan de un ecosistema
saludable para vivir, no para pasar un buen rato. Mientras aprendíamos a nadar
o saltábamos de cabeza al agua jamás pensamos en que las truchas no podían
superar aquel obstáculo para buscar los mejores frezaderos. Nunca se nos
ocurrió que la presa condicionaba la vida de madrillas, chipas y barbos, que
impedía el trasiego de sedimentos de todo tipo o que facilitaba el
calentamiento del agua al ralentizar su discurrir. No sabíamos que el río es un
ser vivo complejo cuya dinámica natural se ve interrumpida por los obstáculos
al libre fluir del agua.
No éramos
conscientes, por desconocimiento, del daño que le hacíamos al río. Ahora lo
somos. O deberíamos serlo. Y desde esa consciencia, con todos los elementos de
juicio, hemos de volver a analizar y revisar nuestra consideración sobre las
presas como lugares de la alegría y de la identidad. Son algo más turbio que
eso.
Permítaseme
la metáfora¿Algún médico a tildado de “estético” un coágulo en una arteria?
¿Alguien desea preservar un coágulo en la femoral por el tiempo que lleva allí,
por su carácter histórico?
Rotura de la presa de Santa Engracia... |
Coágulos en
las venas
“Los ríos
son como las venas de nuestro cuerpo, como las ramas del árbol…” Son palabras
de Javier Fabo, marcilléssensibilizado con la calidad ambiental de su vecino,
el río Aragón. Y es que eso son precisamente los ríos. Su importancia para el
medio natural es similar a la de las venas que recorren nuestro cuerpo.
Transportan elementos esenciales para la vida y son vida en sí mismos.
Esa misma
metáfora nos indica que una presa, un azud, un obstáculo que no permite que el
agua, los peces y los sedimentos corran no es sino un coágulo en esa vena de la
vida.
Ya hemos
apuntado que las presas posibilitaron en su día el desarrollo humano con los
usos que se les dio. Lo que no tiene sentido es que las mantengamos, una vez
abandonadas, con argumentos históricos, patrimoniales, estéticos o
lúdico-identitarios poco razonados y nada contrapesados con las afecciones que
generan.
Hoy sabemos
también que las escalas para peces, en el caso de que se mantengan
convenientemente y de que la propia dinámica del río no las haga inservibles, suponen
un petacho caro, provisional y parcial a la migración piscícola. Mejor que
nada, desde luego, pero un petacho.
Cuantos más coágulos
le quitemos al río mejor circulación tendrá y más sano estará.
La corriente
mundial
El
movimiento internacional en favor de la demolición de presas está en auge a
nivel mundial. Conservacionistas, pescadores, defensoras de la biodiversidad y
de la calidad ambiental de los ríos se vienen organizando en todo el mundo para
crear un frente común en favor de aumentar la permeabilidad de los cursos
fluviales mediante el derribo de las presas en desuso.
La comunidad
internacional y la Unión Europea en particular siguen redactando normas y
recomendaciones promoviendo recuperar la continuidad longitudinal de los ríos.
Es hacia donde se mueve la legislación ambiental como consecuencia de los
avances científicos que han permitido hacer ver el resultado de la inacción con
las presas y azudes abandonados.
En este
sentido, quien califica de “fanáticas” a las personas y organizaciones que
expresan su opinión sobre la fragmentación de los ríos en el mismo sentido que
la Directiva Marco del Agua europea está tildando de fanática la política
europea al respecto.
Movimientos internacionales
como #FishMigration(a favor de recuperar la migración piscícola) y #DamRemoval(a
favor de la demolición de presas) son corrientes de opinión y presión surgidas
precisamente de la toma de conciencia de buena parte de la población mundial
ante la necesidad de llevar a la práctica lo que la ciencia y el sentido común
han demostrado: un río sin presas es más sano y natural que uno fragmentado.
Los peces, máximos exponentes de nuestros ríos... |
Santa
Engracia (Thinkingglobal, acting local)
La presa de
Santa Engracia se ha convertido en símbolo de este debate en nuestro entorno
cercano.Una presa que data, muy probablemente, del siglo XIII y que, con toda
seguridad, tuvo un muy importante papel en la Pamplona de entonces y en la de
los siglos posteriores.
A cualquiera
que haya bajado, mirado y tocado el corazón de la presa después de que el río
Arga le abriese una grieta en el invierno de 2018, no le cabe duda de su larga
historia. A cualquier pamplonés o pamplonesa le remueve el interior tocar unos
clavos con los que quizás un antepasado suyo unió aquellas maderas para
construir la presa hace 800 años y posibilitarse una mejor vida. Ese gusanillo
mira a la cara de una certeza: la desaparición de ese obstáculo hoy es la mejor
aportación a una mejor vida en la ciudad. Mejor vida para las personas, para los
peces, para los animales y las plantas; es decir, para toda hija de vecina del
Arga.
Es evidente
que el Arga a su paso por Pamplona no tiene hoy el mismo valor ambiental que en
su cabecera, en los montes Alduides. Lo hemos canalizado y hemos ocupado su
territorio; pero dejar que recupere, en la medida de lo posible, su forma
natural en el ámbito urbano tiene un valor ambiental muy especial.
Como
pescador y amante de los ríos en general, quien suscribe no puede por menos que
echarse las manos a la cabeza al leer a algunos pescadores con responsabilidad
en estructuras representativas hablar de las “bondades” de una presa para la práctica
de la pesca ¿Cómo es posible que un pescador piense en la adecuación del entorno
natural a su comodidad en lugar de amoldarse él a las condiciones ambientales?
¿Qué tipo de pescador piensa que un coágulo en el río es una zona de refugio
para los peces en lugar de un obstáculo para su migración natural?
Desde que
expiró su concesión para uso industrial y hasta que el propio Arga se volvió a
hacer paso abriéndole una grieta, las aguas embalsadas por la presa de Santa
Engracia han tenido uso lúdico y deportivo por parte del Club Náutico de
Navarra. Sus integrantes han practicado su deporte favorito en ese tramo del
río hasta 2018. Ahora no pueden porque las aguas corren libres y de forma
natural por Santa Engracia. Nos corresponde a todas las contribuyentes
pamplonesas, mediante nuestras legítimas representantes municipales, determinarsi
debemos ayudar al Club Náutico de Navarra a buscar una alternativa para seguir
practicando el remo. Una solución que jamás puede pasar por reconstruir la
herida al río, que se ha liberado a sí mismo tras 800 años de servicios a sus
vecinas y vecinos.
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Gaizka Aranguren
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