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2019/03/12

Ictiofauna del Arga: chipa

En una de nuestras últimas entradas ícticas se levantó una pequeña polémica sobre cual era el pez más “genuinamente navarro” y hubo un número importante de voces, que apoyaban la candidatura de la especie invitada a esta: la txipa o chipa Phoxinus bigerri.

Phoxinus bigerri
es otro pez autóctono de nuestro río Ebro. Quizás el más diminuto de nuestra ictiofauna, ya que no suele sobrepasar los 10 cm, siendo los machos algo menores. Es un pececillo que vive en cardúmenes, muy gregario que, en su juventud, incluso se asocia con otros ciprínidos como las madrillas, los barbos o los invasores alburnos.

Dos txipas (Phoxinus bigerri) delante de madrilla (Parachondrostoma miegii)
Su coloración es muy parecida a la de la madrilla, un lomo oscuro que se mantiene hasta la línea lateral, para luego pasar bruscamente a ser claro en el vientre. Sin embargo, es en su época de celo, que dependiendo de la temperatura dura desde abril hasta julio o agosto, cuando los colores se hacen más vivos, el vientre puede pasar a ser dorado o rojizo, surgen varias líneas de color en el flanco, aparecen tonos rojizos en la base de las aletas y los machos muestran unas protuberancias blancas en la cabeza. Es entonces cuando deja de ser un pez “anodino” a convertirse en uno de los más espectaculares de nuestras aguas.

Es en este momento cuando remonta los cauces hasta las cabeceras, en pos de zonas de graveras y cantos ricos en oxígeno y corriente moderada. Los machos se agolpan y limpian el área seleccionada, entonces entran las hembras y se produce la fecundación. En estos grupos, los ejemplares de mayor porte y edad suelen corresponder con las hembras.

La madurez sexual se produce cuando llegan a los 6 cm. Para entonces tienen 1-2 años de vida. Factores como la temperatura del agua, la duración del invierno, la disponibilidad de alimento entre otros son los que marcan esta pauta.
Son pocos los ejemplares que viven más allá de los 5 años.

Casi omnipresente en los ríos navarros, puesto que prácticamente se la encuentra en aguas de toda condición, desde las cabeceras hasta los cursos más bajos, en aguas rápidas, remansos, embalses, aunque prefiere las aguas corrientes, frescas y ricas en oxígeno. Comparte las zonas más altas de las cuencas con la trucha, hasta, en ocasiones, si el cauce es pequeño y contiene la suficiente carga orgánica (por presencia de ganadería extensiva o semi extensiva, por ejemplo), puede encontrarse en solitario más arriba.

A la hora de alimentarse, no desdeña nada de lo que pueda llegar a su boca, aunque tiene preferencia por los invertebrados y otros animales pequeños. De hecho, hay estudios realizados en Navarra, donde se pone de manifiesto que comen lo mismo que las truchas de su entorno, aunque se supone que capturan sus presas en otras áreas del río para evitar la competencia directa.

Día de los peces migradores Iruña 2018 04 21


De estas sufre una fuerte depredación, se aprecia en el modo en que se ubican en el río. Los cardúmenes evitan los lugares donde los salmónidos se encuevan. Su pequeño tamaño, sobre todo cuando son alevines, les impulsa a nadar cerca de los bordes del agua, en lugares someros, donde los peces predadores tienen menos posibilidades. En los embalses, forman bancos lineales junto a la costa cuando esta es escarpada.

Sin embargo, también es posible encontrarlos encuevados, apartados de sus depredadoras, o incluso en zonas de gravas como son las zonas de vados y otras zonas poco profundas que suelen ser empleadas para extracción de áridos. A pesar de que a simple vista son lugares “vacíos”, los muestreos con pesca eléctrica pueden ser sorprendentes, a pesar de que no parecería compatible con la granulometria.

Cardúmen de alevines de ciprínidos en las aguas bajas. No podemos precisar la especie, pero seguramente estará compuesto por alburnos (Alburnus alburnus)
Arga en Pamlona-Iruña 2018 08 30


Pero hemos avanzado que este artículo iba a ser “cañero” y que iba a levantar polémicas y ampollas. Se acabó la tregua. Phoxinus bigerri es otro miembro de nuestra fauna endémica, de nuestra fauna exclusiva, para que nos entendamos. Hasta el comienzo de nuestro siglo actual, se consideraba, en el mejor de los casos, como su congénere europeo Phoxinus phoxinus pertenecientes a la misma especie. Pero alguien bajó hasta las aguas del SW de Francia y descubre que pueden ser considerados como otra anteriormente no conocida. Ya lo hemos visto en otras ocasiones, lo que parecía una se convierten, esta vez en tres. Esta división permite que todavía circulen muchas referencias a P. phoxinus en aguas peninsulares, creando un poco de confusión.

Su distribución, no se queda menos polémica. Se acepta su presencia basada en el río Ebro, con proyecciones en la costa atlántica y mediterránea del sur de Francia, y después, desde el Nerbioi hasta difuminarse sin un fin claro, por los ríos de Cantabria. Es llamativo ver ese vacío en los ríos del cantábrico oriental, el cual nos causa perplejidad y cierto dolor. Y nos duele más, cuando la primera referencia que tuvimos de ellos era en el río Urola, donde los llamaron eskailu y eskallu y los pescaban rompiendo el culo de una botella de cava. Otro vacío no menos “escandaloso” es la ausencia en el Bidasoa.


Mapa de distribución de la txipa (Phoxinus bigerri). En el mapa aparecen cuencas más alla del Asón y en el Duero, donde se sabe que ha sido introducida como cebo vivo. En cambio los ríos entre el Adour y el Nervión-Ibaizábal no aparece. No estamos de acuerdo en esta falta de presencia. Además, consideramos que es nativa en ella. Fuente.


Pero a pesar de todo esto, su distribución por Cantabria y más al oeste no está nada clara. Hay autores que dudan de su presencia natural en todo el Cantábrico; y también los hay quienes defienden que los cantábricos, o al menos algunos, podrían pertenecer a otra especie, incluso que esta sea Phoxinus phoxinus.

Otra faceta preocupante de la txipa es su condición de especie invasora en algunas cuencas de la península. En efecto, llevados por las personas, ha ocupado zonas en la cuenca del Duero e incluso en Galiza. La razón es su uso como cebo vivo para la pesca de la trucha y otros peces predadores. Durante el transcurso de la jornada, o al final de la misma, se liberan y terminan por llegar al río y aclimatarse a él.

Así llegamos a una difícil situación, ya que se ha comprobado que en estos casos puede ser una amenaza a las truchas por su consumo de huevas y alevines.

Este complejo drama nos viene a dar una idea de la tortuosidad de las redes ecológicas, y como un pequeño habitante de una cuenca cercana puede ocasionar un descalabro en una situación aparentemente muy semejante.


Txipa nadando en el tanque.
Día de los peces migradores Iruña 2018 04 21


Sin embargo, en nuestra casa, no todo es felicidad para este habitante de nuestras aguas. Su número cada vez se nos hace más pequeño, ya no es tan habitual. Sus cardúmenes menguan en sus dos aspectos, ni son tan numerosos ni tan pletóricos de ejemplares. ¿Cómo es posible en un pez tan acomodadizo? Deberíamos mirar a la calidad de las aguas, esas que en verano bajan totalmente estancadas y sin apenas oxígeno. No deberíamos olvidar esos vertidos “puntuales” de productos que emponzoñan nuestros cursos, ni a las actuaciones salvajes de “mejora” de los ríos, ni la proliferación de barreras transversales, ni por supuesto a la suelta incontrolada de especies ícticas que no nos corresponden. Estas condiciones lo convierten en un actor importante para evaluar la calidad de las aguas como bioindicador.

Deberíamos tener más cuidado con estos diminutos representantes de nuestra fauna que, aunque no son tan llamativas como otras, no eluden los peligros y amenazas que las afectan. No sería la primera vez que, a pesar de tener enormes poblaciones con millones de efectivos, desaparecieron y se extinguieron por desastrosas gestiones humanas.














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