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2019/08/22

Las 4 fantásticas


Hace rato que lo sabemos, somos más cansos que las moscas. Pero hacía tiempo que no insistíamos en una realidad: las plantas buscan un rincón bajo el sol. Cuando todo está despejado, vivir a ras de tierra es suficiente. Sin embargo, siempre hay una planta que crece un poco más que las demás, y con una mínima altura puedes tapar a las que no lo hacen tanto. No obstante, enseguida vienen otras de tallos leñosos que reclaman su espacio con la intención de quedarse. Primero son pequeños matos y arbustos, pero por detrás llegan arbustos de mayor porte hasta que se instalan los árboles. Este es el proceso por el cual, en nuestra región, se transforma un terreno abierto en un prado y este, se “cierra” con arbustos y matorrales hasta convertirse en un bosque. Esta carrera, que a veces tarda siglos en culminarse, se llama “serie de vegetación”.

Vista de ligarza a mediados del verano, cuando los frutos no están maduros todavía. De cada uno de esos penachos que sobresalen surgirá una “vela” algodonosa que les permitirá volar al viento que los dispersará por el mundo.

En esta evolución, las pequeñas plantas están condenadas a vivir a la sombra o a desaparecer de la zona; pero, … ¿Y si alguien hace “trampas”?
Este concepto de trampas es muy relativo. En la naturaleza hay unos principios, escuetos e infranqueables: no se puede operar al margen de los principios de la física, como las leyes de la termodinámica y alguno que otro más. El resto es asumible.
La situación es la siguiente: somos “pequeños” y necesitamos luz…vamos a subir hasta la misma.
¿Cómo lo conseguimos? Hay 4 plantas fantásticas que tienen sendos super poderes.

1 estrategia: Esperar a que llegue la villavesa (el autobús) Clematis vitalva.

El superpoder de la clemátide, aihenzuri, es la super paciencia (no estamos seguros si las empresas de cómic definirían a un personaje así) y le va muy bien. Los árboles y arbustos no surgen de la noche a la mañana. Es un proceso lento, se van desarrollándose a su velocidad, pero he aquí una con cualidades entre arribista y polizona. Su objetivo es encontrar una planta que ascienda y subiéndose a sus ramas, entrelazarse entre ellas y acompañarla en su crecimiento. Esta planta puede tener un periodo de vida largo, ya que se la encuentra en árboles viejos.
Vista invernal de la Clematis vitalba  ahienzuri o ligarza, cuando su “percha” ha perdido todas sus hojas. Subida a lo alto de las ramas destaca entre las ramas de un fresno. Desde arriba, lo más alto de las ramas, una planta puede disfrutar de todo el sol, casi sin preocuparse de la batalla por la luz que acontece a sus pies.

Desde el suelo, se identifica por sus tallos curvos que cuelgan desde las alturas. A veces son tan gruesos que parecen árboles pequeños. Algunos de ellos no tendrían problemas para soportar un “Tarzán”, y es que no sólo hay lianas en la selva. Las hojas son compuestas, es decir, cada hoja individual parece formada por otras más pequeñas.
Frutos maduros a finales del verano. En muchos lugares se alude a esas “barbas” para llamar popularmente a esta planta. Esas “barbas” ayudarán a que el viento transporte las semillas muy lejos de su origen.


Podemos verlas en setos, no desdeña nada, y sus flores blanquecinas se muestran a finales de la primavera, para mostrar sus frutos que maduran a partir de finales del verano. Tienen forma de “mora” roja y cada fruto termina en un cabo que al final, se deshilacha en una estructura algodonosa que le facilita ser transportada por el viento.

Detalle de las hojas a finales del verano. Son capaces de ocultar totalmente la planta que las soporta y dar la impresión de que ellas son las que forman el seto.

Es una planta tóxica, que puede irritar la piel por contacto prolongado.
Tiene muchísimos nombres en castellano, en Navarra también, ligarza, girigarza, son algunos de ellos. Tradicionalmente se han usado sus tallos huecos para “fumarlos” a modo de cigarrillos cuando el acceso al tabaco era complicado. Algunas variedades cultivadas se usan en jardinería.
Principios del otoño en la base del bosque de ribera. Dentro de la maraña de tallos desnudos, destacan algunos por su curvatura y su corteza “deshilachada”. Son los tallos de estas curiosas plantas. En su interior, presentan una médula esponjosa. No muestran hojas, ya que estas están muy lejos, en busca de la luz.


2 estrategia: subirse por todas las paredes. Hedera helix.

Para reírse del poder arácnido. Nuestra amiga, la hiedra, huntza, tiende a ser tapizante, y desde el suelo de los robledales, que llega a cubrir ampliamente, parte para subirse por todo lo que le echen.

La hiedra, huntza, Hedera helix, asciendo por el tallo de sus soportes hasta alcanzar las ramas más altas. Suele cubrir todo el redor de sus tutores aportando esta espectacular vista en tiempo invernal.

De sus tallos leñosos surgen raicillas que se sujetan a casi cualquier superficie, como rocas, paredes, taludes y en nuestro caso, corteza de los árboles. En ocasiones, se dice que esas mismas raíces la pueden convertir en parásita, por chuparle la sabia sus plantas tutoras, por eso no se aconseja cortar sus tallos desde abajo. Es llamativo que forma dos tipos de hojas distintos, mientras crece en su ascensión, y luego al separarse de su soporte.
Hedera helix presenta “heterofilia foliar”, ya que simultáneamente sobre la misma planta puede haber dos tipos de hojas diferentes, según los tallos estén junto al soporte o separados de él. Las que están pegadas al soporte suele ser muy angulosas y forman lóbulos muy desiguales; como es el caso.

Las primeras son recortadas y de contornos afilados, las segundas tienden a ser redondeadas. Florece a mediados del otoño y proporciona néctar a muchos insectos en una época de escasa floración. Es una planta tóxica para las personas.

Las ramas separadas del soporte, presentan hojas más redondeadas, con lóbulos semejantes o incluso inexistentes. También son las ramas sobre las que se desarrollan las hojas y los frutos.

Su madera porosa y blanda, apenas se hincha con la humedad, por lo que se ha usado para realizar piezas de precisión. También tiene variantes de jardinería, algunas de las cuales se usan en jardines verticales y recuperada en construcciones bioclimáticas como aislamiento térmico.

3 estrategia: abrazarse mucho mucho mucho, pero menos.  Tamus communis.

La nueza negra, apomahatsa, es, un poco “emocionalmente insegura de si misma” o un poco “liante” algo así como el adolescente del grupo. Necesita rodear y envolver a otros para su carrera ascendente. Crecen hasta media altura, contoneando la punta del tallo sobre los objetos y vegetación circundante, muy al estilo de las malas malísimas del cine negro de los años 30-40.

Vista de primavera de la nueza negra, apo-mahatsa, Tamus communis. Su pequeña flor verdosa en una espiga laxa y unas hojas brillantes acorazonadas son típicas de esta planta. Se enreda a la vegetación circundante. La carencia de espinas es otra de sus características.

En su “personalidad”, también se encuentran los gustos estéticos, ya que decora el bosque en otoño con sus frutos, unas llamativas bolitas rojas, que cuelgan de la vegetación sobre sus tallos secos y quebrados. No os dejéis engañar por sus apariencias, es una planta muy tóxica para las personas. Sus flores son primaverales, pequeñas de un color entre verdoso-morado no demasiado llamativo. Sus hojas son de un verde brillante y forma acorazonada.

Tamus communis en vista invernal. La parte aérea de la planta se seca, se fragmenta y deja caer las hojas. Los frutos rojos cuelgan de los restos que permanecen. De mientras, en el suelo, un tallo subterráneo espera a que la climatología sea más propicia.

A pesar de que parece que muere en invierno, posee unos tubérculos de los que se renovará en la próxima primavera. En su familia muchas son muy tóxicas, a pesar de ello, una de sus primas tiene unos grandes tubérculos de los cuales se extrae la mandioca.

4 estrategia: dar el brazo a torcer o dame la mano que te tomo el brazo. Bryonia dioica

La nueza, astamahats ale-gorria, es otra planta trepadora que vive con nosotros. Su “modus operandi” es ingenioso: transforma parte de sus hojas en unas estructuras con forma de hilos que se envuelven en las ramas, hojas, tallos, … en todo aquello que le esté a su alcance para elevarse por encima de su nivel llegando a crecer hasta una media altura.


Vista primaveral de la nueza, Astamahats ale-gorria, Bryonia dioica, es una planta que trepa sobre lo que la rodea mediante sus hojas modificadas. Se tuercen en espiral para asirse mejor a su entorno.

Sus frutos son también rojizos, con las hojas recortadas y de lóbulos puntiagudos. Sus flores son muy discretas de un verde suave.

Detalle de la flor de la nueza.

Como la anterior, también pasa el invierno en forma de tubérculo enterrado en la tierra. Así mismo, es una planta muy tóxica, aunque tiene “primas” muy conocidas en nuestra cocina: calabaza, melón, pepino, calabacín, sandía, …
Amparándose en arbustos de menor talla y más expuestos al borde, Bryonia dioica presenta su “maraña” de hojas. A finales del verano luce sus frutos.


Una vez presentadas, la pregunta es inminente, ¿Dónde podemos encontrarlas? En general, son especies amantes de la luz y de los suelos húmedos. Por ello son frecuentes en los bosques y zonas de matorral alto. ¿Os acordáis cuando hablábamos en la entrega sobre el bosque galería?, pues bien, estas son algunas de las responsables de su aspecto “impenetrable”, y es que, a pesar de sus potenciales, si ellas mismas os hablaran os contarían aquellas famosas palabras que dijo un gran científico “solo somos plantas humildes que nos subimos a hombros de gigantes”.

Detalle de la hoja de Bryonia dioica.





Naturalmente que hay algunas otras más: zarza, madreselva, rosal trepador, correhuela, lúpulo, ... pero es que el titular nos parecía tan mono...




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