Navarra es una tierra de bosques. Puede parecer insólito
mientras paseamos por el casco o los ensanches, pero en nuestra comunidad, cada
rincón, cada pequeña esquina tiene un tipo de bosque asignado. Algunos son muy
conocidos y valorados, otros no tanto, pero sin duda el que menos lo está es el
bosque de ribera.
El bosque de ribera, también llamado en ocasiones bosque
galería, es un bosque muy especial. Los demás están ligados a unas condiciones
climáticas determinadas, pero el de ribera no. En cambio, lo está a unas
condiciones geográficas y topográficas: a la presencia de agua, en cursos o en
surgencias. Y es que debemos saber que el primer compuesto que actúa como
factor limitante en el crecimiento vegetal es el agua. Convivir en su cercanía
garantiza mayor suministro y por más tiempo que el procedente solamente de las
lluvias o deshielos.
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Vegetación en el Arga |
Otra característica del bosque de ribera es su composición.
Habitualmente, el bosque en nuestro entorno lo forma una única especie
dominante. Ella cubre casi todo el territorio y las demás se mantienen en los
terrenos marginales. El bosque de ribera, en cambio, tiene un grupo variopinto
y numeroso de especies que lo conforman. Otra de las características de estas
especies viene dada por su ciclo vital. Son, en general, especies de
crecimiento rápido, de cortos periodos de vida (muchas no suelen pasar de los
200 años). La consecuencia es que su madera es suave, ligera, poco duradera,
con lo que usualmente está poco valorada y despojada de la condición de madera
“noble”. Pero la mayor desgracia de este bosque está en su ubicación. El bosque
de ribera se encuentra a la orilla de los ríos, en la cercanía de la presencia
del agua, con todo lo que ello conlleva para la agricultura y los asentamientos
humanos. El resultado es que, al ubicarse muchas veces en terrenos llanos, con
suelos profundos y húmedos, ocupa los lugares más idóneos para la agricultura.
Por eso, muchas veces se ve relegado a una triste y mísera hilera de árboles, normalmente
chopos, cuando no se cortan directamente, por eso de las limpiezas de los ríos
y las sombras a las fincas. La funesta consecuencia es que, la mayoría de las
veces, el río se ahoga en un carrizal que lo tapa todo contenido y constreñido
por unas laderas descarnadas, que con el menor golpe de agua se caen por su
propia inestabilidad. La petición inmediata es pedir un dragado y una
canalización, y si se puede, encerrar el cauce en un sarcófago de cemento o en
un tubo, que el agua fuera de la hora del riego estorba.
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La zona de Aranzadi es donde mejor vegetación podemos encontrar a lo largo del Arga en Pamplona |
Sin embargo, el desconocimiento que tenemos sobre él, es tan
grande que ignoramos todas las ventajas que nos aporta. Podemos hacer un
pequeño enunciado:
Para empezar, los árboles del bosque de ribera, tienen un
sistema de raíces potente y muy desarrollado, lo que permite que sean una primera
barrera física de mantenimiento del propio cauce.
Proporciona sombra al cauce en verano, cuando el río lleva
menos caudal, lo que disminuye la temperatura del agua, muy importante para
mantener el nivel de oxígeno, y dificulta la evaporación, lo que ocasionaría
una mayor disminución del volumen del agua.
Su sistema radical, condiciona que el río se contenga dentro
del cauce en los momentos de mayor bravura. Con ello se mantienen los taludes
sin necesidad de recurrir a “planes de mejora”.
Sirve de freno y de retén del agua en los periodos de máxima
avenida, con lo que se pueden mitigar las repercusiones que estas llegan a
ocasionar.
Generan un filtro para limitar la llegada de sedimentos,
tóxicos, aguas de escorrentía y otros elementos poco deseables al río; ya que
la propia disposición de la vegetación y sus raíces dificulta el acceso de la escorrentía
al cauce. La consecuencia es que los sedimentos y otros productos y sustancias
quedan retenidos por al disminuir su velocidad, que además repercute en que las
subidas de nivel del agua son menos inmediatas y disminuyen su turbidez.
Amplifican la función de recarga de los acuíferos
subterráneos. Con su potente sistema radical, permiten que el agua de la lluvia
se infiltre más fácilmente, con lo que se recargan tanto desde las
precipitaciones, como del mismo cauce.
El gran crecimiento de los árboles, sombrea parte del cauce,
lo que limita el crecimiento de plantas de grandes dimensiones que podrían
cubrir la propia rivera.
Generan un microclima más suave y húmedo. En él, plantas con
grandes exigencias de humedad pueden llegar mucho más al sur que en otro tipo
de terreno. Además, las temperaturas en su interior no son tan extremas, con lo
que permiten que otras que viven en territorios más suaves puedan colonizar
regiones más frías o cálidas.
Esto produce una gran diversidad de flora, lo que se traduce
en grandes oportunidades para la fauna, lo que propicia tres grandes
repercusiones en ella: el bosque de ribera como espacio de residencia, como
lugar de cobijo temporal y como corredor biológico (también asimilable a
plantas y otros tipos de organismos). El uso de corredor es de vital
importancia para interconectar distintas poblaciones desperdigadas en un área,
en lo que se llama “desfragmentación” de hábitats, uno de los mayores riesgos
de extinción a nivel global.
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Representación de un bosque de ribera. Esta foto se tomó el
2018-11-04 en una serie de isletas y playas del Arga bajo la presa de Ciganda.
Puede apreciarse la vegetación escalonada, cerca del agua plantas semejantes a
eneas en su mismo borde y sauces arbustivos (también se ve un chopo joven) para
pasar a medida que nos alejamos del cauce a un fresno y otros chopos más altos.
En general, el bosque de ribera tiene una alta productividad y un aspecto de
vegetación “infranqueable”.
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Y como colofón, pero no menos importante, su valor,
paisajístico, recreativo y cultural, dónde se mezclan los valores naturales con
el factor humano, ese paisaje de connotaciones fresco y arbolado que tanto relaja
los sentidos y la mente.
El bosque de ribera es, sobre todo, una entidad
especialmente dinámica, más que otras comunidades florísticas. En él, hay un
marcado componente en relación a la distancia al agua y el acceso a la humedad,
que varía desde la vegetación sumergida hasta el límite donde se funde con el
bosque colindante. En esta transición se producen “terrenos marginales”, donde los
dos bosques se imbrican y sus características no están del todo claras. Un mar
de oportunidades para las plantas de ambos ambientes y alguna más que comparten
esta “tierra de nadie” lo que acrecienta, aún más, la riqueza y el interés de
estas áreas.
Y... ¿Qué especies podemos encontrarnos?
Los sauces. Pertenecen al género
Salix, hay como una docena de especies nativas de Navarra, aunque
no todas viven en nuestra ciudad. En su mayoría son pequeños arbolitos o
arbustos, con algunas especies de porte arbóreo. Conforman las primeras líneas
de vegetación desde el curso de agua.
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El sauce blanco, Salix alba es el mayor entre nuestros sauces
autóctonos. Puede identificarse por sus largas hojas sencillas. Los sauces en
general, son los primeros que se encuentran en la misma orilla del cauce del
río. Es uno de sus árboles más representativos.
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Los chopos, álamos, … conforman el género
Populus. Son árboles de interés maderero
como maderas blandas y ligeras, por eso, hay varios tipos y variedades
cultivadas, muchas veces, precisamente, en las zonas que corresponderían a este
bosque. Suelen hibridarse con lo que su determinación puede ser complicada. Son
las copas más altas que tiene este bosque, y en muchas ocasiones son los
componentes de esas hileras de árboles que siguen los cauces. En ocasiones se
plantan choperas en las zonas de este bosque, pero no nos engañemos, se trata
de un cultivo, no de un bosque en sí mismo.
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El
chopo común, (Populus nigra) junto con sus híbridos es uno de los que
más fácil se encuentran en estos bosques, además es muy frecuente su
cultivo. |
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El álamo blanco, Populus alba, puede reconocerse fácilmente
por su corteza lisa y blanca y por sus hojas, con su parte superior verde claro
brillante, y la inferior blanca pelosa. Es única en la orilla del río en
nuestra ciudad.
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El aliso. (
Alnus
glutinosa) en nuestra tierra es un género con un solo representante.
También conforma las primeras líneas de árboles. Tiene la notoriedad de que es
uno de los pocos árboles que mediante bacterias simbiontes abona la tierra
convirtiendo el nitrógeno atmosférico en nitrato y amonios asimilables para
otras plantas.
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El aliso, Alnus
glutinosa, es uno d ellos árboles más representativos del bosque de ribera.
Vive muy cercano a la línea del agua. Se identifica por su hoja “rugosa”,
simple, de borde ondulado y es muy típico que le “falte” la punta.
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Estos tres grupos tienen una serie de patrones comunes, ya
que son la base fundamental del bosque ribereño, son árboles de crecimiento
rápido, colonizan terrenos abiertos ya que crecen a plena luz, forman las
raíces que conforman las orillas, sus maderas son blandas, ligeras y en general
poco duraderas, rebrotan fácilmente desde la raíz, son la comida favorita de
los castores…
Un poco más adentro podemos encontrarnos con otras especies:
Los fresnos. (
Fraxinus)
dos especies comparten nuestras riberas, el fresno del norte (
Fraxinus excelsior) y el mediterráneo (
F. angustifolius) En el barrio es más
abundante el primero como ejemplares de gran porte, pero suele estar plantado,
mientras que el segundo es más abundante, pero con ejemplares jóvenes y
silvestres. Gusta estar cerca de los ríos y no es extraño que crezca al mismo borde
del agua. Su madera se ha usado para mangos de herramientas por su compromiso
entre su dureza, ligereza y flexibilidad. Su hoja se ha usado, y mucho, como
forraje para el ganado, considerándose de una de las de mejor calidad.
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El fresno mediterráneo, Fraxinus angustifolius, es un árbol
de gran porte, de hojas compuestas y yemas marrones, que lo distingue de F.
excelsior por las yemas negras y sus hojas más gruesas. Es uno de los árboles
más representativos del bosque de ribera.
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Los olmos (
Ulmus)
son otros habitantes del bosque de ribera. Son, como los fresnos, árboles de
crecimiento más lento que los chopos o alisos (esto es relativo, pues con la
humedad las plantas tienen crecimientos acelerados) y su madera se ha
considerado como dura y resistente, sobre todo en condiciones de mucha humedad,
ya que eran habituales en los ingenios hidráulicos. En nuestro caso hay dos especies
naturales autóctonas principales como son el olmo montano, (
Ulmus glabra) y el olmo menor (
Ulmus minor), aunque ya no tienen grandes
grosores como tuvieron antaño, por la llegada de la grafiosis, un hongo que les
ataca y que es transportado por un insecto (Ips) el cual se ve atraído por los árboles
de gran porte.
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El olmo menor, Ulmus minor, es otro de los árboles de gran
porte. Se identifica porque sus hojas tienen una base asimétrica que no llega a
tapar el peciolo que la une a la rama.
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Los tilos (
Tilia)
son otros habitantes de estos bosques de ribera. Contamos con otras dos
especies de tilos El tilo silvestre (
Tilia
cordata) y el tilo común o de hoja ancha (
Tilia platyphyllos), aunque en las riberas también han sido
plantados con valor ornamental. Son de crecimiento rápido y que desarrollan
copas grandes y globosas. Su madera es blanda y poco pesada. De sus flores se
hace la famosa infusión tranquilizante.
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El tilo silvestre (Tilia cordata) es un árbol de grandes
dimensiones. Puede identificarse por sus flores y frutos “colgados” , de un “ala”,
sus hojas redondeadas con forma acorazonada, que termina en una punta. Son
pelosas por su parte de abajo. Su corteza lisa y gris también es muy
representativa.
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Para concluir, la riqueza del bosque de ribera es
sorprendente, como lo es de igual manera, el desconocimiento que tenemos de él
y el ansia de su destrucción en búsqueda de la “limpieza de los ríos” para evitar
las inundaciones, ya que, a fin de cuentas, ellos “saben” muy bien que es lo
que hay que hacer cuando llegan, mientras que nuestra cultura se limita a
ocupar su lugar esperando “milagros” como que no ocurren.
Tenemos que darnos cuenta de que debemos permitir que el bosque de ribera ocupe
su espacio y dejar que el Arga fluya para recuperar la naturalización de sus
orillas.